Como diría un moralista , auquella Casa le traería todos los bienes sin mezcla de mal alguno . Sin duda que también le aportaria determinado número de pecados veniales por los que sufrir un poco , aunque la correspondiente confesión humana , el propósito de la enmienda y su caracter bien forjado ( no hay que olvidar la impronta de los jesuitas , de lo ignaciano casi militar) le conducirían a tomarlos con comprensiva sonrisa y todo el ánimo de asimilable mejora .
Para empezar , fueron los cinco años más completos y gratificantes durante aquella etapa de formación , que se asentarían bien sobre los recios principios impulsados por sus padres y la tierra fuerte castellana que , por fortuna , le correspondió vivir cuando el cuerpo se está endureciendo al aire libre y el espíritu conforma la inmensa colmena de celdillas por habitar cara al futuro .
Lo pasó muy bien desde el principio , que no siempre el trabajo ha de ser entendido como castigo bíblico , para él no lo fué . Antes al contrario , pensando en las agrestes montañas de su niñez , en su vida libre y feliz en plena naturaleza , sin expectativas ni agobios hasta que sus compañeros de clase marcharon a la capital para iniciar sus estudios de bachiller . Pero fue justo entonces , cuando por primera vez (fueron cuatro en total en años sucesivos) su padre le dijo que ya entendería de mayor por qué no podía acompañar a sus amigo al colegio capitalino , justo en esa hora fatídica y de revelación anticipada , cuando comprendió que algo misterioso se cernía sobre su cabeza y su corazón , no como amenazante nube negra de agoreros presagios , sino como un arcano que debía desvelar con el paso de los tiempos y la energía que su cabeza y su voluntad , un don que la había sido otorgado sin merecimientos propios y del que debía sentirse orgulloso a la vez que libre de toda vanidad . Allí y entonces comenzó su madurez , no como final de un lento proceso laborioso , sino más bien y para su encantamiento entre cervantino y quijotesco , como el rutilante rayo de un camino en la montaña , que alcanzaría a saber en plenitud un tiempo después , cuando convirtiera la vida y los textos de Antonio Machado en algo que le acompañaría siempre , desbrozando caminos y señalando metas cada vez más compensadoras .
El primer día que entró en el aula y ocupó el pupitre incómodo de varillas despertadoras , pensó en todo esto y agradeció a Dios la ocasión que se le brindaba , porque el joven era cristiano profundo , no tanto papista y clerical , gracias a su teresiana madre y a su comprensivo padre que , siendo librepensador y laico , acertó a respetar respaldando tan hermosa y necesaria labor de proselitismo familiar .
Primer curso , catorce asignaturas , entre las que se encontraba la religión , la formación política y la gimnasia , llamadas las tres marías todavía ignoro por qué . Plan de estudio , todas las mañanas clase de nueve a catorce horas . Por las tardes , cinco horas de estudio . A la noche , dos horas de lectura , libros obligados y otros elegidos libremente . Sábados por la tarde y domingos por la mañana , jornada de libros y apuntes caídos , nada de nada : este tiempo quedaba para la diversión , el ejercicio físico y el descanso de las neuronas . Domingo por la tarde , como un día laborable normal . Preguntado alguna vez por tan draconiano método , su respuesta siempre fue la misma repetida: nada de draconiano , si un trabajador manual tiene una jornada de ocho horas diarias , un estudiante debe incrementar horario , por su propio beneficio a largo plazo y por la rsponsabilidad solidaria con quienes no podían disfrutar de tal privilegio .
Y por hoy una sóla y pequeña reflexión . Hizo toda la carrera con beca , incluído el periodo de doctorado . Buenas becas , que le permitían cubrir todos sus gastos , incluídos los pequeños "vicios" , más o menos confesables según el mandamiento al que pudieren hacer referencia .
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