El caso es que andaba instalándose con parsimonia , pero sin descanso , en la Universidad , único profesor joven entre media docena de esforzados maestros , de los que mucho aprendió para imitar , pero también para modular y salir del marasmo en el que estaba sumida la sociedad española , y el mundo universitario no era una excepción .
Se necesitaban dos años legales para poder presentarse a las oposiciones de Cátedra de Instituto , pues que se suponían necesarios para prepararlas comme il faut .
Más adelante hablará de la situación . Por el momento y sin mayores averiguaciones , aprovechaba el tiempo para impulsar el doctorado en torno a LA SOLEDAD EN LA POESÍA ROMÁNTICA ESPAÑOLA . Grave asunto y tema prometedor , si que problemático y espinoso .
Angel Valbuena Prat , Manuel Muñoz Cortés , Mariano Baquero Goyanes (director de la Tesis) y Antonio Ruiz de Elvira (Secretario).
Lo calificaron Sobresaliente cum laude y , unos meses más tarde , le concedieron el Premio Extraordinario . Agradecido y satisfecho . Aunque debe decir que le quedó una maca de por vida . Tuvo que leer y anotar cientos de libros recibidos de la Biblioteca Nacional , en cuyos anaqueles dormían el sueño de los justos , sin haber sido abiertos ni hojeados , durante más de un siglo aguardando la mano de nieve becqueriana . Consecuencia natural : millones de ácaros y variada gama de miasmas sutiles se alojaban allí tan ricamente . Consecuencia inevitable : su pituitaria se resintió sin remedio , dejándole una bonita propensión a la fluencia nasal .
El camino se despejaba . Los pilares de la personal tierra prometida se asentaban como convenía . Y justo el año 1.966 daría el siguiente salto . Se había trasladado de Alcantarilla a la capital , Instituto Alfonso X , como queda dicho . Un oasis de paz , libre de automóvil , viajes y desplazamientos . Sintió mucho dejar a los niños de la sección delegada , pero acabaría encontrando similares , aunque más urbanos y de asfalto .
Momento de afrontar las Cátedras de Instituto , a la sazón más prestigiadas que las endogámicas universitarias . Y , sobre todo , mejor pagadas gracias a los obvencionales , los libros de texto y otras gabelas añadidas . Con decir que la Mutualidad de Catedráticos tenía en Madrid un Colegio Mayor sólo para hijos del cuerpo , está dicho todo .
La oposición constaba de cinco ejercicios : un escrito , dos orales (las famosas encerronas) , un comentario de texto (dividido en tres , texto medieval filológico , texto del Siglo de Oro y texto moderno y contemporáneo) , y una Memoria final sobre concepto , métodos y programas de la asignatura .
Se celebraban en Madrid con un único tribunal para toda España , por lo que duraban mucho tiempo . En su caso , cuatro meses interrumpidos por una apendicitis (opositor) y un cólico nefrítico (presidente del tribunal). Se presentaron más de tres mil candidatos , para veinte plazas.
Al cabo , todo terminó felizmente para él . Obtuvo el número 3 y elegió la plaza de Cartagena , por cercanía con la universidad . Su compañero y amigo Antonio García Berrio obtuvo el número 9 , por lo que le solicitó una permuta , entonces legalmente permitida . Así lo hicieron de modo gratuito .
Hay que decir que estas permutas se "pagaban" a precios cientomilenarios de pesetas , pero la amistad prevaleció (cierto que le hubiera gustado un pequeño detalle de agradecimiento que no se produjo , pero eso ya es otra historia ). Así suele ser la naturaleza humana .
Tomó posesión de su nueva y flamante Cátedra , en Vélez Málaga por mor de la permuta , y al día siguiente pidió la excedencia por diez años , tiempo más que suficiente para que se resolviera su situación universitaria de manera definitiva .
Siempre había dicho que si a los 30 años no estaba fijo y permanente allí , regresaría a la Cátedra de Instituto ,
con todos los beneficios que ello comportaba .
Pasado el Rubicón , regresadas a su ser salvífico las aguas del Mar Rojo , su vida comenzó a discurrir más plácida y confortante, con mucho más tiempo para la docencia y la investigación complementaria .
Y no quiere terminar este capítulo sin aportar algo curioso . En Madrid, un grupo de buenos opositores se reunían en la cafetería Varela para preparar el ejercicio práctico de comentarios . Hablaban de lo divino y lo humano , jóvenes al fín . Una tarde lluviosa , alguien lamentó que ya no "existiera" Vicente Aleixandre , al que le hubiera gustado conocer . Silencio sepulcral . Hasta que decidió tomar la palabra y , sobre un poema de "Historia del corazón" , ofreció a los demás llevarlos para ser recibidos por el Premio Nobel en su famosa casa de la no menos famosa calle , siempre abierta para poetas y otras gentes de mal vivir , como los opositores interesados , certeza que él bien podía avalar , pues que había cruzado sus puertas en dos memorables ocasiones deslumbrantes . Hic Troya fuit , sic transit gloria mundi.
T E X T O
" Y entonces se plantea el primer problema . Las obras literarias ¿ son organismos vivos o muertos ? La respuesta depende , una vez más , del criterio elegido . Considerada en sí misma , la obra es un organismo muerto porque no tiene posibilidad de cambio ni crecimiento , permanece tal y como la dejó el escritor . Ahora bien , contemplada a través del binomio tiempo - lector , no cabe duda de que es un organismo vivo , pues que cada época y lector tienen una visión distinta de ella , la interpretan de modo diferente a tenor de sus propios gustos y preferencias . Por tanto , habrá dos tipos de estructuras : la de la obra en sí misma y la de la obra en relación con las circunstancias ajenas a ella , que en alguna medida la modifican y hacen traslaticia " .
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