Viene bien la paráfrasis de Lope para el nuevo empeño que le aguardaba . Fuerte trance pasar en tres meses de alumno aventajado a profesor incipiente . Las cosas no debían ser así , pero de tal manera sucedían en aquellos tiempos todavía ominosos , mucho más en los claustros universitarios . Con graves carencias de casi todo , tan sólo cuatro catedráticos en la Facultad de Filosofía y Letras , y el gran grueso del trabajo docente en manos de profesores interinos mejor o peor cualificados. De modo que , cuando aparecía un Licenciado brillante con vocación , lo acogían con los brazos abiertos . Así sucedió .
Regresó de las Milicias con su flamante título de Alférez de Complemento allá por los últimos días del tórrido mes de agosto . El mes de septiembre , febril , lo dedicó a organizar horarios y programas , de manera que el día 13 de octubre todo estuviera dispuesto para comenzar las clases .
Así sucedió . Y lo primero , explicar a los alumnos la peculiar realidad , pues que ellos habían sido sus compañeros de pupitre el año anterior . Les pidió comprensión , de manera especial por los cambios que pensaba introducir en la metodología .
En efecto , se había pasado la carrera soportando vetustos apuntes de clase , exámenes periódicos escritos , ninguna clase práctica y nada de comentarios de texto . Monólogos aburridos de los catedráticos y listas de bibliografía técnica , en general obsoleta y un poco rancia . Casi todo centrado en la historia , casi nada en los textos y horro de lecturas recomendadas .
De manera que , para no sorprender en exceso, serían tres los cambios introducidos :
PRIMERO .- Una lista de libros , para que leyeran tres por trimestre a su libre elección . Materia fundamental a efectos de examen .
SEGUNDO .- Una clase práctica semanal . Comentario de un texto breve previamente elegido .
TERCERO .- Tanto en las clases teóricas cuanto en las prácticas , participación activa de los alumnos . Les insistió en que él pasó cinco años de Licenciatura sin abrir la boca en clase .
Y todo sobre la base de un principio elemental : sólo sabe Literatura aquel que ha leído mucho y bien , tarea que incluye la colaboración atemperada del profesor y del alumno .
Pues bien , tan extraño les pareció el asunto , que pidieron una entrevista fuera de clase , para tratar algunos puntos preocupantes para ellos . Aún estaba lejos la democracia en España , pero al joven profesor le gustaban las asambleas , los coloquios y las discusiones de todo tipo que algo tuvieran que ver con la Universidad y sus circunstancias .
Se reunieron en una cafetería cercana llamada Ipanema , donde solía tomar café casi a diario . Los alumnos permanecían expectantes, pues que el profesor , si que joven , tenía cierta fama de guante de terciopelo en mano de hierro .
Hay que decir que el delegado de clase era un canónigo erudito , latinista convencido , que acumulaba licenciaturas ad maiorem gloriam . Por fín , se decidió a tomar la palabra en nombre de la comunidad . Asunto peliagudo , las lecturas obligatorias , inesperadas y sin la más mínima tradición en estas aulas . Larga y amable discusión , que terminó con dos preguntas del profesor . Primera : ¿Leer tres libros al trimestre suponía onerosa tarea ? Segunda : ¿ Cuando profeséis en colegios e institutos , qué culpa tendrán los adolescentes buenos alumnos de vuestras escasas lecturas ?
Al final , se impuso la razón y el sentido común . Lo aceptaron . Y como los tiempos eran propicios , varios de ellos terminaron como Catedráticos de Instituto , Lengua y Literatura mediantes .
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