La tarde comenzó bien, aunque decirlo sea un pleonasmo, pues que todas comienzan bien. Y lo que es mejor, terminan a la altura de las circunstancias. En todo caso, lo afirmo una vez más: me encuentro muy a gusto con estos alumnos interesados, para quienes la Literatura supone algo importante.
Al inicio, alguna pequeña anécdota significativa, determinados comentarios con cierto humor relajante. Y de inmediato, el texto teórico, que así reza:
"Habría que definir con precisión los conceptos de Belleza, Expresión y Palabra, para saber cómo se configura y en qué se concreta la obra de arte literaria, sobre todo ahora que incorporamos la prosa narrativa como referencia y análisis.
Para filósofos y teóricos de estética, la belleza literaria sólo puede expresarse a través de la poesía, por lo que la literatura es algo distinto, complementario y no creacional (según B. Croce). A su vez, Alfonso Reyes habla de ´ ´literatura en pureza y literaturaancilar´, reservando para la primera las artísticas capacidades creadoras de belleza; mientras que la segunda, sin dejar de ser literatura, lo sería de orden menor. La opinión de T. S. Eliot también resulta interesante, con respecto a las Humanidades y a lo que él define como ´´ ´hombre de letras´´ incidiendo en las ideas de literatura clásica y preceptiva literaria.
Por extensión, también se llama Literatura al conjunto de obras escritas a través del tiempo, ´´ historia literaria´, y a los estudios y análisis que ha suscitado, ´´ crítica literaria´, para entendernos mejor".
Y comenzó la explicación con el consiguiente coloquio. Les cité la novela "Teágenes y Clariclea", quizá el más remoto testimonio de narrativa en occidente, ubicada en los griegos. A su propósito, insistimos en los romanos, que llevan a sus más altas cotas la prosa doctrinal, muy tangencialmente relacionada con la narrativa. Para llegar a la Edad Media y el Renacimiento.
Aquí, cinco puntos de referencia y lectura. El Infante don Juan Manuel, con "El conde Lucanor" o "Libro de Patronio" (no confundir con Petronio, el ´´ arbiter elegantiarum´, que también tiene que ver algo con la narrativa, aunque mucho más Apuleyo, con su hilarante y crítico "Asno de oro", aunque poco más.
Luego los preclaros nombres de Bocaccio y su paradigmático "Decamerón", quizá la colección de cuentos más leída y que inicia una tradición ya imparable. Y Chaucer, menos conocido, pero cuyos "Cuentos de Canterbury" repiten el mismo esquema, sobre la base de unos jóvenes reunidos, una peregrinación que les permite las narraciones individuales y colectivas.
Al cabo, dos mujeres destacadas, no por ser mujeres, sino por su valor literario en este caso. Nuestra María de Zayas y sus novelas cortas (concordantes con las estupendas "Novelas ejemplares" cervantinas), y Margarita de Navarra, que escribió un original y llamativo "Heptamerón".
A estos efectos, el Neoclasicismo pasa sin pena ni gloria. Y llegamos a la gran explosión del siglo XIX (Romanticismo, Realismo y Naturalismo), donde todo se asienta y ramifica: el Cuento y la Novela adquieren carta de naturaleza definitiva, con presencia de muchos y grandes autores.
Por último, les cité los tres grandes de nuestra lengua, ya en tiempos modernos: Borges, Cortázar y , sobre todo, Juan Rulfo, el mexicano que con una sóla novela y una breve colección de cuentos, llevó la narrativa y sus dos grandes géneros a elevación dificilmente superable. "Pedro Páramo" y "El llano en llamas".
Recomendación de lectura que les dejé, y os dejo, para llenar el tiempo de manera satisfactoria y placentera.
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