Hace unos día vivimos una hermosa tarde de la primavera mediterránea. Lleno el Hemiciclo de la Facultad de Letras, un profesor que organizaba moderando y cuatro profesoras estrechamente vinculadas al homenajeado: su nieta y biógrafa, la profesora que lo heredó en la cátedra de lengua y otras dos a quienes dirigió su tesis doctoral. Los cinco en el estrado, mesa presidencial. El resto de asistentes, casi todos alumnos suyos a través del tiempo, sin con predominio de los más históricos, casi todos dedicados a la enseñanza y algunos ya jubilados. Que así sucedió y así ha quedado escrito.
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