EDUCAR MEZCLANDO LO DULCE CON LO ÚTIL
Exactamente como pretendía Horacio , cuya "Epístola ad Pisones" deberían leer todos los profesores antes de impartir su primera clase , pues que los grandes maestros antiguos quedaron en la Historia , pero deben permanecer en la memoria viva de cuantos al arte se dedican , bien como creadores , bien como profesores capaces de explicar y orientar como los alumnos esperan para su propia formación .
El cargamento era importante . Tantos y buenos maestros gravitando sobre suu cerebro para la tarea nada fácil que le aguardaba , a expensas de su vocación contrastada y la capaciidad que Dios y la Naturaleza le fueren deparando según transcurrieran los trabajos y los días ( Hesiodo , una vez más , al fondo ) , para que al final , la cosecha pudiere ser ópima , si así les pareciere a sembradores y segadores en feliz consorcio .
Venían los alumnos en inmensas oleadas , cargados de ingenuidad , inocencia y falta de conocimientos . Los más jóvenes , casi niños , pues que pasó tres cortos años entre los del bachillerato , en Instituto alejado de la gran ciudad , impregnados todos de agricultura , campo y montaña . La primera vez que accedían a la enseñanza media en grupos numerosos , todo un Campo de Agramante cultural a la vista , sin previsión de horizontes .
Lo recuerda bien . Instituto recién creado , porque andábamos en la década del dearrollismo , del despegue social y económico y las cosas buenas crecían por doquier , alimentando grandes esperanzas .
Población pequeña y un tanto destartalada en la construcción . Mucha vida callejera por el clima . Crecimiento en disparidad . Y el pequeño centro educativo a las afueras .
Llegaron cinco profesores jóvenes , con la oposición recién ganada . Emprendedores y , como diría Cantinflas el mexicano , "con muchas ganas de hacer justicia" . Se dieron a la tarea en cuarpo y alma , intentando a veces renovaciones drásticas que los templados directores frenaban desde posiciones más conservadoras . No les importaba demasiado . La alegría de vivir contagiaba la tarea , que no se limitaba al interior de las aulas . Había un eje convencido de todos : el conocimiento como garantía de la libertad y la personal promoción en la vida . Todo lo demás , verdura de las eras , como diría el gran elegíaco medieval .
El profesor lo vivió a plenitud . Pero esta parcela de felicidad pronto debió abandonarla , por razones de competencia y geografía .
Durante algunos años compartió el instituto con la universidad , pues así lo permitía la ley , pero llegó un momento en que la universidad exigía dedicación plena , por obvias razones de trabajo y ocupación . Pero también por la geografía . La ultima cátedra de instituto estaba en pequeña población a quince kilómetro de l metrópoli , resultaba muy difícil la compatibilidad .
El caso es que le encantaba dar clase de lengua a los adolescentes , y una hora después explicar literatura a quienes estaban terminando su licenciatura universitaria , y tuvo que abandonar , doloridamente , las reconfortantes aulas de primaria y de instituto , las que nunca regresaría en el futuro . Por nadie pase .
Una anécdota curiosa . Por aquellos años conducía su automóvil con cierta soltura . A primera hora aparcaba en la puerta del instituto con cómoda tranquilidad , hasta las once , hora del recreo . Pero a las once tenía clase en la Facultad de Letras . A esa hora , menos cinco minutos , el amable conserje del instituto le tenía preparado el coche con la puerta abierta y el motor en marcha . Enfilaba la carretera con decisión y diez minutos más tarde , el amable conserje de la universidad le espera en la escalinata y se ocupaba de aparcarlo adecuadamente .
Y aquí debe rendir sentido homenaje a los ujieres y conserjes de la época , eran otros tiempos . Con varios de ellos desarrolló amistad mutuamente compensadora . El de mayor continuidad solía decirle : Profesor , no me dé más las gracias , yo le aparco y vigilo el coche y usted me enseña a hablar y escribir mejor , cada uno lo que sabe y puede , en queriendo ".