Son las rosas de tu jardín , Carmen , aquellos rosales que con tanto amor plantaste hace veinte años y cuidabas con tanto mimo . Son tus rosas , mitad rojas , mitad rosa suave y algunas amarillas porque sabías que también me gustaban . Nunca te lo agradeceré bastante , entre otros miles de amorosos detalles que me hicieron la vida tan agradable junto a tí .
Ha pasado el tiempo , Carmen . Un año largo desde que te fuiste . Han pasado los meses tremendos , dolorosos hasta la inacción y el pasmo . Han pasado otros meses de abulis y cardiograma plano . Y están llegando los tiempos de la aceptación y el recuerdo equilibrado , pues que la vida sigue y tú conoces como nadie mis convicciones y creencias .
Por otra parte , los hijos me hacen llevadero el tiempo en desolación . Y sobre todo los hermosos nietos , cuya pujanza y alborozo me llenan y me llevan por estos caminos que recorro con tu ausencia física , si que con tu presencia constante y auxiliadora , reconfortante siempre , tú lo percibes .
Vivo porque hay que vivir y estos pequeños algo me necesitan como complemento de sus amorosos padres . Hablo contigo a diario por imperativo del corazón y el cerebro . Te visito en el pequeño panteón y sonrío (ahora ya sí) cuando coloco las flores en el jarrón que tanto amabas : lo tuve varios meses sobre la mesa patriarcal donde tú lo dejaste y , al cabo , decidí traerlo a tu más cercana presencia .
La vida sigue renaciendo alrededor . La contemplo con amor agustiniano , con fé de catecúmeno y con toda la esperanza puesta en estas nuevas generaciones que siguen construyendo el mundo .
Como final por hoy , te diré que han aparecido las margaritas amarillas del gran arriate que plantó la hija menor.
Aunque sea otoño , todo tu jardín está en plena inflorescencia . Como si estuvieras aquí en persona , como que está aquí entre nosotros .